viernes, 22 de abril de 2011

Semana Santa... de sangría

Hoy es Viernes Santo, y recuerdo otra Semana Santa que viví en un pueblo en el norte de España. Es un pueblo bastante frió, digamos que su bebida “ oficial“ es… el orujo, pero que en estas fechas… en los dias de la Pasión y Muerte de Cristo, se vuelven más… consecuentes, con el sufrimiento de Jesús.
Aquella tarde según salíamos para la primera procesión, mis amigos me comentaron que por allí era costumbre por las mañanas ir a las iglesias, para ver como estaban engalanadas las imágenes y a la salida, ir al bar, cafetería… taberna, bodega, más cercana a tomar sangría con almendras.
Al llegar al lugar por donde pasaba la procesión, había bastante gente, pero menos de la que yo pensé que podría haber, me sorprendió ver que habia bastantes más mujeres que hombres, y le pregunte a mis amigos si siempre era así. Se miraron entre ellos, y me contestaron que a la mañana siguiente yo sóla hallaría la respuesta. También me dijeron que desayunara fuerte, nada de un café y una tostada, lo cual me sorprendió.
Vinieron muy temprano a buscarme para ver las iglesias, ( me dijeron que habia muchas) y cual no fue mi sorpresa al comprobar que al lado de todas las capillas… y sobre todo al lado, de la iglesia principal… había siempre alguna bodega o bar; ( cuando no dos) las parroquias estaban abarrotadas de gente, ( las tallas son una belleza, y las procesiones más; se te pone el vello de punta, aunque no seas creyente) mas… en los lugares en que corría sangría con almendras, no se podía ni pasar. Empezamos el recorrido, y aunque nosotros alternábamos la sangría con cerveza sin alcohol, cuando llego la hora de comer yo iba un poco tocada, y entonces comprendí… porque a la hora de la procesión había una cantidad importante... " y menor", de “ hombres” que en la visita a las “ iglesias”.


Cuando llegó el Viernes Santo salimos de madrugada… y fuimos derechos para la “ procesión”. No entendí el porque teníamos que estar tanto tiempo esperando a que “ procesionara” el paso del Cristo ya crucificado para encontrarse con su madre, teníamos que esperar que amaneciera. Cual fue mi sorpresa al ver a tantas personas esperando para ver esos dos pasos. No soy capaz de explicar realmente la belleza de ese momento.
A Cristo le tenían que bajar de una ermita que está en lo más alto del pueblo. Habían hecho unas escaleras que no eran exactamente de caracol… pero, en las que tenían que hacer mil maniobras para poder bajar la imagen sin que se cayera. Los costaleros no iban cubiertos, y se les veía esa cara de sacrificio, de sufrimiento… pero sobre todo, esa devoción a Jesús… que se te ponía el alma en vilo. Iba muy alumbrado y rodeado de flores, claveles, rosas, etc… todas eran blancas. Ver ese paso a la amanecida acompañado de músicos que le iban abriendo paso, y por el otro lado, ver que viene su madre llorando… y al igual que él, muy iluminada… y rodeada de flores blancas… acercándose… te hace sentir, ese padecimiento tan cerca que no puedes evitar que alguna lagrimilla se te escape cuando llegaron a la explanada de la iglesia principal del pueblo. Al ponerlos frente a frente, el aplauso que se escuchó fue atronador. Al mismo tiempo que había lloros y suspiros.


De aquella Semana Santa a ésta que ahora vivimos, han pasado al menos veinte años. Nunca podré olvidar la sangría con almendras, pero sobre todo, a Jesús a hombros de unos costaleros… y su sufrimiento; que cada año se renueva en su luchar para que no se les caiga rodando El señor… por aquellas empinadas escaleras.

jueves, 24 de marzo de 2011

Una buena profesional

Hola de nuevo, amigos, no penséis que he dejado de luchar. Aquí estoy para contaros algo más sobre nuestro “ amigo”.
El pasado día veintiuno de marzo, fui al oncólogo a revisión y para que me comentaran todo sobre éste reciente huésped que convive dentro de mí. El doctor que me “ lleva“ no estaba y me atendió una doctora joven, risueña… y muy amable. Después de mirar los informes de mi operación y los resultados de los cultivos que hicieron sobre lo que me habían quitado me dijo, que todo estaba muy bien, que los ganglios que me habían extirpado estaban inflamados… pero no infectados; me “ miro” de nuevo dilatándome, me indicó que tenia que volver a revisión pasados seis meses, que me hiciese un análisis de sangre y otro de orina para esa fecha, y que si tenía algún problema antes de ella… que fuese a urgencias. Pero, que de momento, todo iba “ muy bien”.
Os podéis imaginar la felicidad de mi pareja… la mía, todo estaba superado… avisamos a la familia, todo era felicidad, alegría… lo peor ya había pasado.
Ayer, día veintitrés llaman a mi móvil, cual no seria mi sorpresa, es la enfermera que pasa consulta con mi doctor. El día veintiuno ella tampoco estaba, y me pregunta que si tal día la doctora que me vio, no me dijo nada de que me tenían que ver los radiestesistas, la dije que no y la comente lo que paso en la consulta, con lo cual me comentó que hablaría con el oncólogo y que me llamaría en el dia de hoy.
Amigos, hoy recibo esa llamada. Habla directamente el doctor conmigo y lo primero que me comunica, con mucha delicadeza, es que no está todo solucionado. Que hay tres tipos de tumores, le pedí por favor que me lo explicara de una manera sencilla… pues, empezaron a apoderarse un poco los nervios de mí. Me explicó que los tumores pueden ser del tipo 1, del 2 y del 3. El uno es el menos peligroso… y así según su numeración, van en importancia. El que me quitaron estaba al límite para llegar al tres; efectivamente, los ganglios estaban limpios, pero desde los primeros analisis, salieron “células” en los vasos sanguíneos.
Amigos, hoy estoy muy cabreada, no por lo que pueda suceder a nivel de radio o quimio, por mi parte sigo siendo positiva y lucharé con todas mis fuerzas… es el hecho de que tenemos una enfermedad muy jodida y lo peor que pueden hacernos es que nos den unos resultados que no son los verdaderos, máxime teniendo todos los informes ” bajo su nariz”. Entiendo que son humanos, pero que cuando un enfermo va a consulta tienen que estar muy seguros de lo que dicen, y no dar falsas esperanzas si no se está totalmente seguro de ello, pues puede hacer más daño una buena noticia, si no es verdad, que una mala; antes se olvida la mala noticia falsa que la buena.
Le doy las gracias públicamente al médico oncólogo que lleva mi caso, pues gracias a él, de nuevo sé la verdad, y sigo sintiéndome fuerte para poder llegar hasta el final.
Os deseo todo lo mejor, y sigamos mentalmente unidos, para poder vencer a nuestro “ amigo”.

martes, 15 de marzo de 2011

Mi nuevo amigo

¡ Hola amigos!, hoy siento la necesidad de ponerme ante el ordenador, y contaros lo que esta aconteciendo ahora en la vida de una simple mujer. Ayer, otro día más de marzo, “ día” de la mujer trabajadora, me dieron de alta en el hospital La Paz. Me diagnosticaron un cáncer; fue un golpe seco, contundente, un golpe bajo de la vida… después de haber vivido, un cáncer duro, cruel, con el padre de mis hijos… tumores en el pecho de mi madre y el alzehimer de ella en grado máximo… encuentro la felicidad con mi nueva pareja, pensé que todo lo peor habia pasado, pero en una urgencia rápida, vieron que estaba éste nuevo amigo, con el que he de convivir el resto de mi vida.
Rápidamente empiezan ha hacerme pruebas, es operable, pero no saben hasta que punto esta unido a mí. Es un cáncer de endometrio, según dicen es de los mejores cánceres que hay, estaba recogidito en la matriz como si fuera un embarazo, pero una de las pruebas da que hay ganglios linfáticos afectados. Os puedo asegurar que cuando me dieron la confirmación de lo que tenía, fue como os dije antes… un golpe bajo, pero lo admití, un hubo lágrimas ni suspiros, tristeza… impotencia, no tuve ninguno de esos síntomas, sólo sentí una rabia inmensa e inexplicable… y unas ganas locas de luchar que no puedo expresar mejor, pensando en los seres que había perdido en el camino… por éste buen “ amigo”.
Le pedí al medico que me informara de lo que podría ocurrir, sobre lo que tendrían que hacerme y cual sería el probable futuro. Quería saber a que me enfrentaba… como dije antes, lo había vivido en dos personas importantes para mí, y ahora soy yo, y necesito saberlo todo, para plantarme frente a ello.
En la operación ven que hay más ganglios infectados de los que pensaban.
No sé que me dirá el Oncólogo cuando vaya el próximo día, están analizando todo lo que han sacado de mi cuerpo, las perspectivas son “buenas”, pero lo que si sé es que estoy mirando de frente a ésta enfermedad, que es la mejor ayuda que podemos dar a los doctores, no amilanarnos… pensar que cada día que nos levantamos es otro día más de vida, aferrarnos a nuestra familia, amigos, a nuestros animalitos… a todo lo que nos pueda ayudar a ser felices. Sabemos que todos estamos en una situación difícil, también a nivel de trabajo, problemas económicos, etc… pero, si dejamos que eso nos afecte en demasía, “ esa enfermedad” encontrara una rendija en nuestras defensas, para hacerse más fuerte.
Mi familia está conmigo, hay una señorita de 8 años que por causas de la vida se esta teniendo que hacer mayor antes de tiempo… que siempre la siento a mi lado, que me cuenta sus cosas… hablamos mucho, nos reímos, es mi nieta mayor…
Mi trastín revoltosa, alegre, risueña, viva, el 21 de Marzo hará catorce meses, ya camina sola… el día que lo hizo por vez primera, mi hijo la grabó con el móvil para que yo pudiera verla en el hospital, me sentí inmensamente feliz… ver a mi pequeñina andar torpemente, dejarse caer de culo cuando se cansa… quiere ser ya independiente, “quiere conocer mundo ella sola”… es mi nieta pequeña… y las adoro a las dos.
Mis tres hijos siempre están ahí, me dan fuerza para enfrentarme a esta situación… me apoyan, y también… me regañan si no hago lo que debo.
Luego está mi perro ciego, se pone a mis pies, y cuando estoy comiendo o cenando, siempre apoya su cabeza en mi rodilla, me siento feliz cuando le saco a pasear y se guía por mi voz.
Está mi pareja, al que amo, el que cuando me ve pensativa me hace reír, me hace sentir su fuerza para seguir juntos el camino que nos quede, el que aunque esté llorando por dentro… nunca lo demuestra. Me siento muy orgullosa de él, a pesar del sufrimiento que hay por otro lado en su familia, siempre está dispuesto a que la tristeza, no se implante en nuestra casa, y es el único nombre que voy a poner, su seudónimo es AngusPL.
Llevo muchos años hablando con una vecina, hace 8 o 9 que éste amigo especial está con ella; no tiene mucha familia, algún sobrino que viene a verla alguna vez que otra… sale con su perrita, sonríe a todo el mundo, hablamos de nuestro “amigo“… con toda normalidad, sabiendo que siempre de alguna manera va a estar a nuestro lado.
Amigos, amigas, sabemos que tenemos que cambiar algunos hábitos en nuestra existencia, que tenemos que tomar precauciones ante situaciones que pueden provocar heridas, exceso de calor… y tantas otras cosas que nos irán diciendo a lo largo de nuestra vida… pero, ¡ estamos VIVOS!... tendremos dias o semanas malas a nivel de nuestro acompañante, mas si le hacemos frente con voluntad, somos optimistas, positivos, y no nos desmoralizamos, también tendremos días felices y plenos llenos de ilusiones por lograr. Aferrémonos a esos días de felicidad y sigamos adelante.
Unamos nuestra positividad mentalmente, y de alguna misteriosa forma lograremos estar fuertes contra “ él”.
Os deseo lo mejor.

martes, 13 de julio de 2010

El mundial

Si hay algo que une a las naciones es el fútbol… Bla, bla, bla… Eso es lo que dicen locutores, periodistas, etc… No digo que no sea verdad, pero siento que es algo más trascendental.
En cada partido que se disputa hay cientos de niños que están viendo jugar a su selección, vibran con ellos, ríen, saltan, sufren igual que los mayores… pero, con otra inocencia. Da igual que sean del país que sean. Cada cual en su situación… en su lugar, lo siente de la misma manera cuando termina el partido.
Los que ganan aplauden, son felices. Quieren emular a los ganadores, sintiéndose tan grandes como ellos. Se miran en sus caras como en un espejo. Los que pierde su país, salen cabizbajos… sintiéndose defraudados, pero en cuanto se juntan unos amigos con otros… Ponen dos piedras de portería sobre el campo y ya está montado su mundial.
Estos choques les hacen querer ser como sus ídolos. El juego les une. Sentir que pueden superarse en la vida. Con el tiempo serán personas más sanas que quizás formen parte de un equipo de fútbol… o de trabajo. Pero, lo más importante… sigue siendo, verlos crecer sanos y felices. Unidos, sintiendo que son un grupo de compañeros en el que ni la situación económica, ni el color de la piel, o las creencias religiosas de cada uno… tiene nada que ver.

jueves, 22 de abril de 2010

Cecilia

Cecilia es una mujer de setenta años, pero no de ahora, si no de hace veinte. Vive en las afueras de una ciudad cualquiera, en un barrio obrero. Todas las tardes sale a pasear, y se sienta en un parque que hay muy cerca de un colegio, justo a la hora de la salida de los niños.
Es amable, cariñosa. Los papás de algunos de los críos la saludan, otros la besan, otros se sientan a su lado a esperar la llegada de sus peques y se ponen a hablar de sus recuerdos. Ella cierra los ojos y sonríe, siempre sonríe. Conoce a cada una de esas personas, ya padres, por sus nombres, y en sus recuerdos los ve cuando eran niños e iban a ese mismo colegio. Como se quedaban al comedor. Podría decir a todos, uno por uno, lo que más les gustaba de las comidas que ella les hacía. Como algunos más atrevidos pasaban a la cocina para ver que tenían de comer y como ella haciendo que no los veía se daba la vuelta y permitía que cogieran alguna patata frita de las fuentes preparadas para servir. Luego salía tras ellos jugando y amenazándoles con el trapo de cocina en la mano.
Recuerda sus risas, sus gritos, el alboroto que se formaba en el comedor. La regañaban por permitir que los chiquillos entraran hasta los fogones, pero a ella le daba igual, lo más importante para ella era ver felices a los chavales. Intentaba dar a esos niños y niñas en la comida lo que a su hija no la pudo dar.


Cuando tenía veinte años se quedó embarazada. Al empezar a notarse el embarazo la echaron de la casa en la que estaba interna. Se encontró en la calle, sin trabajo, sin familia y preñada. Intentó recurrir a su familia en el pueblo, pero ésta al verla en esa situación la repudió diciéndola que cuando lo tuviera y hubiera echado a la inclusa que podría volver, y que si no lo hacía… que no volviese jamás.
En la capital, de vuelta, se refugió en una pensión. La dueña era una señora viuda de un militar que al verla en ese estado y sin marido su primera intención fue la de no permitir que se quedara, pero al hablar con ella se dio cuenta de que no la daría problemas y la podría utilizar como criada. Recordaba como Soledad la dio alojamiento y comida a cambio de su trabajo, pero que cuando llegó la hora de dar la luz no quiso saber nada, y nada más nacer su hija la hecho de la pensión, pues en su casa no quería llantos de niños pequeños. Otra vez se vio sola y en la calle, pero ésta vez con una niña recién nacida.
Se fue a una especie de convento en el que acogían a las “ mujeres descarriadas”. Las cuidadoras la dijeron que si quería quedarse allí con su niña tenía que pagar, y así lo hizo, hasta que el poco dinero que tenía se terminó. En ese tiempo, se recuperó un poco del parto y de la anemia que sufría por la mala alimentación. Hablando con la madre superiora pidió que se quedaran con su hija… las pidió que la cuidaran, y que en cuanto la fuera posible las mandaría todos los meses dinero para que la pequeña pudiera seguir allí.
Así fue, durante meses. Cecilia iba siempre que podía a ver a su hija. Esperanza, que así se llamaba su pequeña. Tenía unos ojos grandes con pestañas largas y espesas, eran de un color azulado que llamaba la atención. Su pelo era negro y ondulado. Cecilia, cuando veía a su niña, se sentía totalmente recompensada de su lucha y su esfuerzo, pero un día cayó enferma. Tuvieron que ingresarla en un hospital de beneficencia donde estuvo bastante tiempo.
Cuando salió, de nuevo se encontró sin trabajo. Estuvo algún tiempo sin encontrar una casa donde trabajar de interna. En esas condiciones la fue imposible mandar dinero para que cuidaran a su hija. Cuando volvió a la casa de acogida y preguntó por ella, le dijeron que Esperanza había muerto, y sin darla más explicaciones la invitaron a marcharse, que allí ya no tenía nada que hacer.
Atontada por la noticia y sin poder reaccionar, se marchó de aquel lugar con el corazón hecho pedazos sin saber que camino tomar. Se sentó en el bordillo de la acera y rompió a llorar en silencio. Las suyas eran lágrimas amargas, tan calientes… que quemaban según iban bajando por las mejillas. Todo su cuerpo era un temblor. Al verla, una de aquellas “ mujeres descarriadas” se acercó a ella y la dijo que la cría estaba viva, se la habían dado a una pareja que vivían en un pueblo al norte de la ciudad.
Cecilia no daba crédito a lo que oía, y dándola las gracias se marchó a la casa de aquel matrimonio de abogados, en cual por azares de la vida trabajaría muchos años…


Abuela, abuela… sintió la voz de su nieta llamándola desde la esquina del parque. La miró, se levantó y con su eterna sonrisa se acercó a ella una adolescente morena con el pelo largo y ondulado, y unos ojos muy azules… azules como el cielo.